¡Hola, alternativos!
Bienvenidos
a una nueva guía para disminuir plásticos, residuos, ¡basura en general!
Vamos
a comenzar a elaborar nuestras propias conservas. Como quizá esto suene muy
aventurero y todavía no estéis preparados a hallaros entre botes y cazuelas,
comenzaremos con algo más sencillo pero muy práctico y muy sano.
No olvidemos que cuanto menos tratados estén nuestros alimentos, más beneficio encontraremos nosotros así que… ¿por qué no comenzar con los yogures?Alimento muy socorrido y de uso habitual en todas las casas. Se lo damos a los niños, los mayores le añadimos algo de “morroneo” (luego podremos ver qué por ejemplo) y los más mayores también lo toman por la ventaja que presenta ante personas con disfagia (dificultad para tragar).
En
esta guía vamos a aprender a hacer yogures con la ayuda de una yogurtera. Si,
máquinas casi prehistóricas, ya del tiempo de nuestras abuelas. Debieron
inventarse después de la electricidad o la luz. Casi todo el mundo guarda una
en el trastero. Al menos eso escuché el otro día en la radio. ¡Me encanta este
medio! Muchos oyentes comentaban que disponían de una y que apenas la usaban.
Eso sí, funcionaba a las mil maravillas. Parece tratarse de un producto
irrompible y ajeno al paso del tiempo.
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Por estas razones hemos creído conveniente crear esta guía que os ayude a elaborar vuestros propios yogures. Las ventajas son claras, como ya hemos dicho, cocinaremos un producto nosotros mismos, sin azúcares (no más de los que lleve la propia leche y el yogurt natural que usemos), serán sanos, frescos y con un gasto de residuo mínimo. Además, resulta ser una producción muy barata. Os enseño el recibo de lo que cuesta esta elaboración:
Entre
las desventajas, sólo encuentro la del tener que comprar una yogurtera. No
obstante, en este punto ya tendréis asimilado que será una compra de esas que
resultan para toda la vida. No obstante, podréis encontrar otra guía en donde
os enseñamos a elaborar yogures sin necesidad de máquinas. Aquí
Yo,
personalmente, me decidí por la que aparece en las imágenes, de la marca Muolinex. Esta era la que ha estado
usando mi madre muchos meses. Yo llevo usándola más de un año. Intacta,
cumpliendo su función. Hasta ahora una compra muy buena.
El
precio de esta yogurtera ronda los 35-38 euros. He de decir que puede resultar
un poco cara. Sin embargo, los materiales de los que está hecha resultan
agradables y resistentes. Las hay más baratas, pero, honestamente, no se cómo
responderán con el tiempo.
Una
vez tenemos la yogurtera, hemos de ir a la tienda a comprar. ¿Y qué compro?
“Yo, inexperto en la materia…”, pensaréis. Te lo ponemos fácil: una caja de leche entera de un litro y un yogurt natural. La caja de leche ha de ser un litro porque así rellenaremos los siete tarros que tenemos preparados con una capacidad de algo más que un yogurt convencional. La leche yo la compro fresca pero tampoco sucederá nada si no es así. Por otro lado, yo los yogures que usaremos, los compro de los que vienen en packs de dos y son de cristal. Así, uno lo uso para hacer la receta y el otro para mi disfrute personal hasta que estén listos los que he metido en la yogurtera. Mi elección es de comprar yogures naturales, aunque los azucarados concederán al nuestro siete yogures finales eso, más sabor más dulce.
Entonces,
los ingredientes los tenemos claros, ¿no?
Para
los más expertos o, si queréis darle una textura más cremosa al yogurt, existe
un ingrediente que se llama “agar-agar”, seguramente conocido por todos. Se
trata de unos polvos que actúan de “espesante” en los productos para así lograr
una consistencia más melosa y menos líquida. Yo os comento cuando se echa y
cuanta cantidad.
¡Comencemos
pues a fabricar nuestros yogures!
Antes
de nada, en el caso de comprar un litro de leche entera fresca, colocaremos el
tetrabrick y el yougrt que vayamos a usar en un ladito de nuestra mesa de la
cocina para dejarlos que se atemperen. Este paso es importante ya que, esa
leche pasará después a una yogurtera que calentará los yogures por lo que
cuanto menos “brusco” sea ese cambio de temperatura, más lo notaremos en la
textura, obteniendo un yogurt con una consistencia más sedosa. De lo contrario,
percibiremos al hincar la cuchara al producto final que salen grumos y la
estructura está muy “rota”.
Esperamos
pues, a que alcance la temperatura ambiente.
Tic-tac.
Tic-tac.
Pues ya podemos verter el contenido de la leche en un bol. Seguidamente, echamos también el yogurt en el mismo bol.
Aquí es donde podremos añadir una cucharada pequeña de agar-agar si lo deseamos. Si no tenemos o no queremos, ¡no pasa nada!
Revolvemos
el contenido con la ayuda de unas varillas. ¡Ale, ale!, ¡dale a tu cuerpo
alegría, Macarena! Por cierto, ¡¡ponte delantalll!!!!! Por lo que pudiera
pasar…
Pues
este es nuestro producto casi-final.
Ahora
procederemos a repartir esta leche en los siete tarros que utilizaremos. Esta
yogurtera viene acompañada de siete envases de cristal muy monos y con una tapa
de plástico (aggggg) pero bueno, una tapa de plástico que nos va a durar mucho
tiempo y no está en contacto con el alimento. Esta tapa es muy útil porque
tiene un mecanismo giratorio donde se puede poner la fecha en la que caducan
los yogures.
Los
yogures aguantan siete días desde su elaboración. Se puede utilizar el último
yogurt como yogurt “base” para elaborar otros siete. Es decir, sólo tendríamos
que comprar un litro de leche fresca porque el yogurt ya lo tendríamos. En el
caso de reutilizar esos yogures que vamos elaborando, se recomienda parar y comprar
un nuevo yogurt en la tienda cuando ya hayamos usado los nuestros propios
durante seis o siete veces.
Por
otro lado, en cualquier ferretería de vuestro barrio o zona, dispondrán de
tarros de conserva. Pueden usarse sin ningún problema. De hecho, yo un día dejé
caer accidentalmente (por no decir que soy una torpe) un “yogurtcito” recién
hecho al meterlo al frigo y desde entonces he sustituido el envase de la
yogurtera por un tarro de cristal de los que mi querida madre usa para sus
conservas.
Como
veis no existe prácticamente diferencia:
Bueno,
hagamos la repartición, pues.
Así pues, tenemos siete yogures que meteremos en la yogurtera durante ocho o nueve horas. El número de horas también aporta una mejor textura al yogurt. Yo, lo suelo dejar nueve, pero como me he dado cuenta de que eran las cuatro de la tarde… ¡no voy a ponerme el despertador para quitar la yogurtera a la una de la mañana!¡No
te rías y cuidado con cuando haces los yogures! No vaya a ser que termine el
ciclo de horas en medio de la noche. ¿Qué
pasaría si termina a una hora concreta y lo retiro una hora más tarde? Nada.
Pero a mi si que me ha pasado esto de tener que ponerme el despertador a las
dos o a las tres de la mañana, no hacerle mucho caso, quedarse los yogures ahí
hasta el día siguiente y… perderlos. Así
que atentos con las horas.
Una
vez que han pasado estas horas. Se sacan de la yogurtera, se dejan atemperar
nuevamente una hora aproximadamente y se meten al frigo. En frío han de estar
al menos seis horas. Por lo tanto, digamos que el proceso de hacer yogures es
de una duración de ocho-nueve horas de yogurtera, más una hora de atemperar,
más seis horas de frigorífico… unas 15 o 16 horas.
Pues nada, habbemus yogures, ¿o qué?
Fabuloso. Y como todavía no es verano y aunque lo fuera,
¿qué? ¡Vamos a darle un poco de sabor a la vida! Podéis
añadirles frutas recién cortadas, mermeladas caseras, miel, trocitos de
chocolate, muesli (¡mi favorito!). esto último con control porque sino luego no
asustamos cuando nos tocamos el michelín.
¿Fácil?,
¿bien para comenzar?¡Esperemos
que si!
En
el caso de que no os haya quedado algo claro y deseéis que ampliemos la
información sobre algún punto, no dudéis en poneros en contacto con nosotros
para comentarlo.
¡Nos
vemos en la próxima, alternativos!